Nave 9, Bilbao
Alcanzar lo más alto debería ir siempre acompañado de cierta
cura de humildad. Que no se suba el pavo demasiado a la cabeza y bajar cuanto
antes de ese estado enajenante, que como un enamoramiento, nunca puede traer
nada positivo. A veces la decisión austera de renunciar a todo el oropel se
toma conscientemente, pero esas son las menos. En la mayoría de ocasiones uno
se ve obligado a descender al fango obligado por las circunstancias, sin que
nadie le haya preguntado a los afectados si estarían dispuestos a renunciar a
los privilegios. Así vienen dadas. Carpe diem.
Algo parecido les ha sucedido a los texanos Fastball, que
allá por los noventa llenaron estadios y hasta fueron nominados a los Grammys.
Una espectacular propulsión que consiguieron gracias a su segundo disco ‘All
The Pain Money Can Buy’, que vendió millones de copias. Lamentablemente, este
entusiasmo no se prolongó en el tiempo, pues su siguiente trabajo ‘The Harsh
Light Of Day’ ni siquiera alcanzó los 100.000 ejemplares. Un aterrizaje forzoso
que no les desanimó lo más mínimo y ni se les pasó la cabeza cesar en su
actividad. Ahí está la prueba con ‘Step Into Light’ del 2017, que como
comprobamos, sigue contando con una parada importante en su catálogo en
directo.
Aquella gira se anunciaba como una conmemoración de su
laureada reválida, pero no se limitó a una interpretación exclusiva del
cancionero, sino que hubo algunas sorpresas que engrandecieron un recital con
montañas y valles representados por las piezas guitarreras frente a los
relajados remansos de paz con piano de por medio. Un menú equilibrado para el
respetable.
Ante una nutrida afluencia para tratarse de una jornada
entre semana, Fastball comenzaron
evocando la mentada piedra angular de su trayectoria con “Sooner Or Later” o
“Warm Fuzzy Feeling”. Alternándose a la voz Miles Zuniga (con apellido de
ascendencia vasca) y su otro compi Tony Scalzo, no tardaron en envolver a la
parroquia con sus amables melodías ideales para canturrear sin tampoco
desmelenarse mucho.
No se apartaron de la senda escogida con “Slow Drag” y
“G.O.D. (Good Old Days)” y tanto por su alternancia a los micros como destreza
en las distancias cortas no era descabellado pensar en The Posies, aunque por
supuesto situando a Ken Stringfellow y Jon Auer en otro escalafón bastante
superior. Lo de estos texanos es más discreto, sin estridencias, un trayecto
que se recorre lentamente, pero sin errar en un paso equivocado.
A pesar del carácter nostálgico de la velada, no se privaron
a la hora de echar mano de composiciones nuevas, caso de “Help Machine”, y como
suele ser habitual en el power pop, sobresalieron en melodías de influjo
Beatles del tipo de “Frenchy and the punk”. Cambiaron de tercio de un plumazo
con la enérgica “Love Comes In Waves”, definitivamente el rollo guitarrero es
uno de sus puntos fuertes, y retrocedieron un poco hasta el penúltimo álbum
editado en la homónima “Little White Lies”, otro de esos cortes que en directo
gana enteros por su estribillo impresionante.
Se las dieron de malditos al afirmar que no sabían “qué discos estaban disponibles en España”
porque hacía tiempo que no venían, pero un espectador les sacó del
ensimismamiento al decirles que se podían conseguir todos sin dificultad. “I
Will Never Let You Down” aportó de nuevo armonías vocales para elevarse antes
de que se tornaran psicodélicos en “Fire Escape”. Pero no se perdieron en
divagaciones y arremetieron con otra novedad, “The Girl You Pretended To Be”,
otro corte con ímpetu que impidió que a alguien se le cerraran los ojos. Pese a
los instantes de relax a piano, no había tampoco margen para enredarse en
exceso en la relajación. Para eso estaban los altibajos del recital, ya lo
hemos dicho antes.
Un fan entusiasta les enseñó el nombre de un tema en la
pantalla del móvil, a lo que alegaron que “hoy
no, pero mañana es posible”. Caprichos de artistas. La alternativa que
ofrecieron fijo que satisfizo a gran parte de los asistentes, pues se trataba
de su éxito “The Way”, el momento que la mayoría estaba esperando, aunque no se
convirtiera al final en nada del otro mundo. Las peticiones de bises fueron
estruendosas, por lo que se vieron obligados a regresar. Y lo hicieron con la
mexicanada “Volver Volver”, que no pintaba absolutamente nada por ahí y fue sin
duda lo peor del concierto. Menos mal que por lo menos nos dejaron un agradable
sabor de boca rememorando a un grande de la canción americana como Tom Petty y
su “Listen To Her Heart”, un arma infalible en cualquier situación.
Pues fue un bolo muy decente el de estos americanos que no
se apartaron un ápice del camino esperado en ellos, aunque es de justicia
resaltar que su repertorio gana a pie de escenario. Para los que buscan un plan
sencillo, sin excesivos sobresaltos ni dejarse la vida en el intento. La
sencillez de las pequeñas cosas.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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