Nave 9, Bilbao
Aquella mítica frase que decían en las películas de
ambientación decimonónica tenía mucho sentido. Hablamos por supuesto de ese
famoso “su reputación le precede” que
nos hace pensar de inmediato en ‘Las amistades peligrosas’, intrigas palaciegas
o cartas escritas con pluma de ave a la luz de una vela o un candil. Porque es
evidente que cada uno llevamos una mochila a las espaldas cargada de vivencias,
celebrados éxitos o viejas heridas escondidas en el alma. Datos vitales que
definen una personalidad y que solo deberían asomar la cabeza en determinadas
circunstancias. Pocas cosas hay más detestables que las confidencias
compartidas con todo el mundo.
Encontrar un denominador común que satisfaga a diferentes
partes suele tornarse una tarea ardua, pero ese no fue el caso del Troglodita
Jordi Vila y de la bajista de Moonshakers Marga Alday. Las influencias que llevaban
adosadas al espíritu resultaron ser muy similares y los caminos que separaban
al rock n’ roll macarra del siniestrismo o el post punk ochentero nunca
anduvieron tan cerca. Una coalición de talentos que completaron con otro
histórico, Tony Pick, actual guitarra de Trogloditas y un clásico de la escena
madrileña que ha formado parte de bandas tan míticas como La Broma de SSatan,
Commando 9mm o Punk Guerrilla.
Con unos antecedentes tan sólidos sobraban las
presentaciones extensas. Lo mejor para saber de qué palo iban realmente era
acercarse a verlos en directo. Y hubo una ocasión de oro en la Nave 9, en una
velada casi entre amigos, con veteranos del rollo como Pepe Bombs de
Turbofuckers, Fabi de Penadas por la Ley o la leyenda Rafa Balmaseda de
Parálisis Permanente, entre otros. Se había especulado incluso con la presencia
del gran Txarly Usher, pero al final no pudo ser por sus compromisos con la
carretera.
Abrieron la sesión Shöck,
un combo que lleva ya un tiempecito pateándose los escenarios vascos y que
siguen recolectando nuevos fans en base a incendiarios directos. Aquí también
tenemos a veteranos como la misma vocalista de origen italiano Micky, conocida
por su paso por No Relax y uno de los principales alicientes en las distancias
cortas gracias a sus tonos impecables y su dominio absoluto de lo que implica
subirse a las tablas. Garra, actitud y una innata elegancia que quizás
sobresalga más en su proyecto paralelo rockabilly, aunque en el punk tampoco la
deja de lado.
Micky de Shöck dejándose la garganta. |
Trallazos a la yugular del calibre de “Sexta Extinción”,
“Devadasi” o “La fábrica de los suicidas” valen de sobra para apuntarse su
nombre y prestarles la debida atención, pese a que nos parece un tanto
imposible aburrirse en cualquier bolo suyo, pues van a piñón fijo enlazando
unos temas con otros. Como debe ser. Una descarga de infarto.
La puesta de largo de Kinki
Boys fue un tanto curiosa, porque en teoría se ponía de relieve un disco
que todavía no había salido a la venta, a excepción de los adelantos publicados
en plataformas digitales. Eso no quitó ni mucho menos inmediatez a la nueva
formación de Jordi Vila, que con “El Poblao” ya marcó de un plumazo las
coordenadas a seguir, rock macarra abrazado a lo sobrenatural.
“Vete” guarda cierto descaro y aire troglodita, reforzado
además por la personal y desgarrada voz de Vila, todavía recordamos cuando se
arrancaba con “María” en su banda principal. “No me amenaces” bucea de nuevo en
el rock n’ roll grasiento y políticamente incorrecto, algo que se agradece como
agua de mayo en tiempos de desmedido buenrollismo. El dedo en la llaga siempre.
El poso fantasmagórico a lo Parálisis Permanente sobresalió
cuando Marga tomó el micro en “Angustia” y echamos de menos a Txarly Usher en
“Veo gente”, aunque la defendieron con bastante soltura. Hay que destacar en
este punto una vez más la labor del batería y vocalista, con lo complicado que
debe ser compaginar ambas vertientes.
La alternancia vocal añadió dinamismo al repertorio, que
todavía no es demasiado extenso, y en “Amor Paranormal” recordamos de nuevo el
legado de Eduardo Benavente o a la Ana Curra de Seres Vacíos, puro siniestrismo
en vena. Habida cuenta de que no existían muchos temas para rascar, se
esperaban versiones, y la primera fue desde luego de poner pelos de punta con
“Esta noche” de Commando 9mm, todo un homenaje a Manolo UVI, uno de los grandes
compositores del punk patrio. Y que se siga encendiendo un cigarrillo más.
“Tengo un plan” desató pogos amistosos en plan hermandad
entre Pepe Bombs, Fabi y algún otro que hasta se subió a burros, si mal no
recuerdo. Y en la frase lapidaria de “Voy a morir” hubo que aclarar que se trataba
simplemente del título de una canción, una historia de una obsesión en la línea
de “Tengo un pasajero” de Parálisis.
Y entre tanta alusión más o menos velada, había que dejarse
de ir por las ramas y tocar como mandaban los cánones un corte de Edu Benavente
y compañía. Para ello contaron con la ayuda de Vitxo, bajista de Shöck, y se
marcaron un impepinable “Un día en Texas”, algo más lenta que la original, pero
que igualmente sirvió para desparramar.
Un espectador emocionado por el subidón pidió “Cazadora de
cuero” de Farmacia de Guardia, lo cual hubiera molado bastante, aunque en vez
de semejante clásico del punk pop optaron por una pieza nueva de ínfulas
sobrenaturales con mensajes de ir hacia la luz. No quedaba opción.
Frente a los eternos amargados centrados en tres o cuatro nombres que no dejan de lloriquear con la cansina cantinela de que ya no salen cosas buenas, he aquí un ejemplo más que palmario de que en el underground todavía sigue habiendo un nivelazo de flipar. Dejémonos de reuniones de plomazos virtuosos. Esto sí que es un supergrupo de verdad.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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