viernes, 26 de abril de 2019

THE SCANERS: ABDUCCIÓN COMPLETADA


Nave 9, Bilbao

Que la transgresión siempre tuvo que ver con ser un poco friki lo avalan múltiples ejemplos dentro del punk. Allá por finales de los setenta, los escoceses The Rezillos ya se distanciaron del resto de sus contemporáneos con un enfoque más accesible y cercano a la new wave que abominaba del nihilismo incendiario en pos de una obsesión por la ciencia-ficción y las películas de serie B. Una vertiente también explorada al otro lado del charco por bandas como The Cramps o B-52 y que prácticamente ha seguido hasta nuestros días de forma más o menos soterrada.

Herederos de esa tradición son los franceses The Scaners, que recogen por un lado la chaladura sideral de Devo o The Residents y la ortodoxia a machamartillo del 77, tanto en la estructura frenética de muchas de sus composiciones como en bolos apabullantes que no llegan ni a la hora pero que asombran por su endiablada velocidad y dinamismo. Van acelerados de por sí, por algo en su propio bandcamp definen su música como “una banda sonora para pilotos de ovnis y extraterrestres extraños”. En definitiva, criaturas que no suelen merodear demasiado por la superficie.


Pero estos seres de más allá de los Pirineos ya nos habían visitado anteriormente, en concreto la última vez incursionaron en el garito La Nube de Santutxu, por lo que se tornaba casi obligatorio que recalaran en un sitio con un nombre tan vinculado a las estrellas como la Nave 9. Y para incrementar la sensación de viaje interestelar, por ahí se repartieron gafas 3D que tenían bastante de nostalgia, pues recordaban a aquellas que se regalaban con multitud de productos en el pleistoceno sin redes sociales de los noventa.

Con los motores a tope, The Scaners nos introdujeron de golpe en una dimensión paralela con “Galactic Race” y “UFO Crash”, sin parada alguna, como si fueran una suerte de Ramones del hiperespacio. Pero a pesar de la lejanía planetaria, había algunas costumbres que seguían siendo las mismas, como el recuerdo a los terrícolas de Queens en forma de “one, two, three, four” antes de cada proyectil sonoro. El combustible necesario.


No quedaba duda de la capacidad destructiva de pepinazos del calibre de “We Want To Talk To Your Leader” y dentro del recinto se estaba armando tal jolgorio, que incluso unos viandantes que paseaban por la zona no pudieron evitar caer abducidos ante lo que sucedía detrás de las cristaleras. El piloto del artefacto, a los mandos de los teclados y la voz, hasta hizo un gesto con la mano a los curiosos para que se acercaran, una proposición de un tipo que parecía volverse chalado sobre las tablas con su pinta extravagante a caballo entre Captain Sensible de The Damned y Toy Dolls.

El comienzo de “X-Ray Glasses: On” recuerda en lontananza al celebérrimo “Cars” de Gary Numan y de paso sirve para ofrecer un poco de respiro entre tanta pieza frenética y atropellada. Una sensación que no tarda en disiparse en “Please Abduct Me” o en la declaración de intenciones “Space X-Ploration”. Si en estudio los sintetizadores cobran un papel relevante que les hace peculiares dentro del género, en directo parecen olvidarse de ese aspecto para abrazar sin problemas la ortodoxia punk y dejar traspuesto al personal por su endiablada velocidad. Basta únicamente mirar al batería para quedarse hipnotizado.


Y si a ello le sumamos la aportación completamente marciana de un theremín, poco falta para concluir que dicho conglomerado no puede proceder de ningún planeta del sistema solar. Un peculiar instrumento ante el que algunos miembros como el guitarrista se arrodillaban, como si se tratara de una suerte de altar al que rendir el debido culto.

Mucho de ritual cósmico poseía “No Place In Space”, mientras que “Spin Like A Record” era otro de esos trallazos con maneras propias del final del siglo XX, a veces uno pensaba que lo de los sintetizadores estaba solamente para despistar, pues su fidelidad a los principios del movimiento del 77 quedaba fuera de toda duda, tanto por la estructura de sus artefactos sónicos como por su demoledora actitud a las tablas. ¡Que nos lleven a su mundo pero ya!


Txarly, el comandante a los mandos de la Nave 9, ofreció a la tripulación presente en el garito rollitos de primavera antes de que el viaje tocara a su fin, no sin que las criaturas sobre el escenario recordaran una vez más su propósito principal, el motivo de su misión: “Abduction”. Para que nadie se lleve a engaño.

Un “volveremos pronto” con acento alienígena certificó su llegada a destino y para capturar el momento e intentar que regresaran por estos lares, aunque fuera para una chapucilla breve, Txarly pidió a la parroquia enfundarse las gafas 3D. La falta de entusiasmo de los autóctonos provocó que el comandante arengara a la tropa diciendo: ¡A la próxima echo droga en los rollitos!


Las llamadas de auxilio hicieron efecto y los entes del otro lado de los Pirineos volvieron con más ortodoxia punk salpicada de sintes marcianos en “Levitation Train 2077” o un “Flying Fuck” a toda pastilla con tintes de guateque sideral acelerado. Pura adrenalina.

Uno de esos bolos que se asemejan a un chupito por su escasa duración, pero que te dejan como nuevo, con vigor necesario hasta para luchar con organismos desconocidos procedentes de otros mundos. La abducción se  había completado con éxito. Imposible cuestionar tan indiscutible mandato. Que no pasen demasiados años luz antes de que nuestras órbitas vuelvan a coincidir.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA


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