Pub Mendigo,
Barakaldo
Que el concepto de lo que es el punk ha variado
sustancialmente en los últimos tiempos es un hecho incontestable. Es evidente
que lo que antaño escandalizaba hoy en día quizás solo consiga arquear un poco
las cejas, como mucho. Basta escuchar las letras de canciones de Eskorbuto o
M.C.D., por ejemplo, para darse cuenta de lo que ha cambiado nuestra escala de
valores. A nadie se le ocurriría cantar en la actualidad temas tipo “Puta
cerda”, por mucho que en realidad el postureo no entienda de sexos, ni tampoco
estrofas que digan cosas como “violamos
nenas”, que era lo que se soltaba con bastante ironía y macarrismo en “Las
más macabras de las vidas”.
El pensamiento políticamente correcto se ha introducido en
diversos aspectos cotidianos con la misma facilidad con la que el PSOE gana
elecciones sin ser de izquierdas. Pero si algo ha permanecido inmutable al
margen de modas pasajeras es esa cualidad inefable que distingue a un grupo que
de verdad rompe la pana de todos los demás imitadores del montón olvidados a
los cinco segundos. El directo sigue siendo el termómetro infalible que otorga
cátedra a quien la merece y relega a la oscuridad a los incapaces de exhibir
una personalidad propia.
Desorden, en pleno éxtasis. |
Pese a que esa noche el Mendigo tampoco anduviera a reventar
de peña, como lo hemos visto en otras ocasiones, lo que allí sucedió fue
realmente especial y digno de cualquier evento de alto copete. Porque al igual
que no son necesarias las aglomeraciones para pasárselo bien, las descargas
apabullantes pueden acontecer sin problemas en la más absoluta intimidad.
Afortunados y hasta bendecidos deberían sentirse todos aquellos que vivieron
esa noche histórica en primera persona.
Nos habían hablado muy bien de los portugalujos Desorden, pero todavía por un motivo u
otro no habíamos logrado coincidir con ellos. Ya nos lo advirtió anteriormente
el avezado Pepe Bombs: “Vas a flipar”.
Y la profecía se cumplió al milímetro, porque hacía eones que no veíamos sobre
las tablas una banda con tanta energía descomunal. Gran parte de la culpa la
tiene su espectacular frontwoman Iratxe, que parece beber de golpe de chalados
como Iggy Pop o la Patti Smith que se lanzaba sobre el respetable desde las
alturas. Una chica dinamita que se queda en sujetador a la primera de cambio y
se sumerge en convulsiones como si estuviera poseída. Y tal vez eso sea cierto,
pero en su cuerpo no manda el Maligno ni ningún espíritu diabólico, sino el
puro amor a la música. Autenticidad por los cuatro costados.
Sin restar méritos al resto de miembros, que también se lo
curran bastante, en especial el batera Txilo, ni los pildorazos adrenalínicos
que se marcan, la carismática voceras ha nacido sin duda para subirse a un
escenario, pues no se corta a la hora de provocar al público, por ejemplo,
aludiendo a la casi mediana edad de los asistentes y hasta incitando al
desmadre diciendo “¡A ver si sois jóvenes
ahora!” antes de ponerse a ras de suelo a montar pogos. Perderse aunque
fuera un solo segundo de su bolo se antojaba un error mayúsculo y para terminar
de epatar a la peña se cascaron una tremenda versión en euskera del “We Are All
We Have” de The Casualties y el “Todo por nada” de M.C.D junto a sus compis
madrileños de la velada. Dioses.
Después de semejante descarga, había que poseer un arrojo
encomiable para irrumpir en escena y eso hicieron Suzio 13 a toda leche con “Atraco” y “No vuelvas”. Rock n’ roll
macarra y no más, eso es todo, aquí no cabría esperar espectáculos visuales del
copón ni nada de eso. La atención la acaparaban por completo esos temazos
enlazados uno detrás de otro sin pausas ni marear la perdiz que valga, con
picos estratosféricos como el “Bestia, bestia” de Ilegales, que les sienta cual
guante por su rollo combativo. “¡Lo que somos!”,
dijeron al final, por si a alguno le quedaba la duda.
Suzio 13, apelando a las entrañas. |
Y necesitaron asimismo que les echaran “un cable”, literalmente, por problemas de sonido, pero una vez
subsanado el inconveniente, pisaron a fondo con “IV Reich”, una pieza que cobra
mayor relevancia que nunca con la extrema derecha ya en las instituciones. Para
no ser menos europeos. Y en tales épocas de tinieblas es necesario hacer piña
en plan hermandad, como sugiere “Nunca caminarás solo”. Toca resistir golpes,
nunca poner la otra mejilla, sino devolverla más fuerte, porque por algo los
del foro dicen que somos “Indestructibles”. Y los fans que se agolpaban por las
primeras filas también.
Su ideario es muy fácil de entender, nos lo explicaron de la
siguiente manera: “Hay dos maneras de
hacer las cosas, normal o a lo Suzio 13”. “Quiero volver” demostró que la
peña estaba más por la segunda opción que por la primera, con más pogos
provocados por la vocalista de Desorden, pero esta vez desde abajo, como una
más. Dijeron que les habían pisado el tema, pero que la iban a tocar otra vez,
se referían por supuesto al “Todo por nada” de M.C.D., un himno total que no
importaría repetir, ni tampoco que se transformara en un bucle infinito.
Las ganas de fiestón ya se habían desatado, y para eso nada
mejor que el aire yé-yé de “Joven rebelde” antes de fundirse en esa suerte de
swing macarra llamado “Ha salido el sol”, que en directo ganaría muchísimo con
una sección de vientos en condiciones. Pero si algo invita a moverse a los
fieles aunque no quieran, eso es el “Wrong’Em Boyo” de The Clash, otro ejemplo
de hermandad y camaradería. El ska nunca nos tiró demasiado, aunque admitimos
su condición de arma infalible contra el amuermamiento.
Apelaron de nuevo a la unidad con “Redskins”, otra corte que
con trompetas sería tremendo. Y para acabar de desatar el vendaval recurrieron
al “Autosuficiencia” de Parálisis Permanente, icono fundamental del
siniestrismo patrio y con potencial más que constatado para poner patas arriba
cualquier garito. Extasiados por completo.
Si lo de Desorden fue algo incontestablemente de lo mejor
que hemos visto en directo en los últimos meses, Suzio 13 no aflojaron lo más
mínimo el pistón y ofrecieron otro bolo diferente, no tan de sentimientos
primarios, sino más de apelar a las agallas. Pulsión animal frente a corazón
caliente. Ambas cualidades son igual de válidas. El cuento de los bestias y la
chica dinamita.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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