martes, 17 de septiembre de 2019

SLANDER TONGUE: PLACER DE POCOS


Shake, Bilbao

Debería ser interesante recopilar todos aquellos conciertos que se suceden sin pena ni gloria sin que casi nadie repare en su existencia. Si hace unas décadas había que moverse fuera para poder ver algo de cierta enjundia, la oferta actual de entretenimiento resulta tan desbordante en la capital vizcaína que no es raro el día en el que coinciden varios eventos a la vez. Y entonces toca elegir, apelar a los principios o a las prioridades. Ese lugar donde reside el verdadero e independiente criterio, algo difícil de conseguir y de mantener al margen de las efímeras modas del momento.

Pues bien, el paso de los berlineses Slander Tongue por la bilbaína sala Shake fue más bien un brindis al sol para una paupérrima afluencia que no superaba la docena. Qué se le va a hacer. Estas cosas a veces ocurren. Y no se pueden prever, aunque como nos fuimos dando cuenta a lo largo de la semana, esa sería la tónica dominante tanto en bolos como garitos. ¿Tardías vacaciones de septiembre o qué? Dejemos para los aficionados a lo esotérico las posibles explicaciones. 


Convencer a un servidor para acudir a un recital no es demasiado complicado. Basta leer esa nota de prensa en la que se describía la música de estos alemanes como “Johnny Thunders compartiendo un paseo con Fred ‘Sonic’ Smith por la autopista Quaalude mientras Ian Hunter (Mott The Hoople) y Chris Bailey (The Saints) se emborrachan en el asiento trasero cantando al son de ‘Goats Head Soup’ (The Rolling Stones)”. Guau. Desde luego sí que se han currado la descripción, hasta el punto de que dan ganas de ir después de leer semejante apelación a melómanos con agallas.

Y lo cierto es que moló mucho la parada vasca de Slander Tongue en el marco de una extensa gira peninsular de ocho fechas. Tras un par de singles en Wild Wax Records y Bachelor Records, en la actualidad se hayan preparando su primer larga duración en Slovenly Recordings, por lo que no extrañó que dedicaran el grueso de su repertorio a defender esta novedad que todavía no ha llegado a los mercados.


Como si tuvieran un petardo en el culo, así oficiaron con Soozie y luego con “Back Off”, rock n’ roll macarra en la senda New York Dolls que probablemente no cambiará el mundo, pero por lo menos nos servirá de sobra para pasar un buen rato. A pesar de su juventud, se les notaba muy rodados a los germanos, y también fieles conocedores de la ortodoxia punk, pues encadenaron los temas casi como si hubiera una especie de carrera. Que nadie se pierda por el camino.

Ya nos advirtieron asimismo en esa inspirada hoja de promo que había solos de guitarra que no permitían “ni una pausa para orinar”, por lo que podemos certificar que aquello era cierto al cien por cien, temazos adrenalínicos del estilo de “Shattered Girl” lo atestiguaban. Daba igual que ralentizaran un poco el ritmo con ese deje a lo Status Quo de “Goin’ Down”, sonaban con idéntica garra y capacidad de convicción. Para hacerse fan de inmediato.

“Lucifer” pilló a las tres chicas del recinto en pleno éxtasis bailongo, aunque a los berlineses quizás eso les diera un poco lo mismo porque parecían decididos a echar el resto ante cualquier circunstancia, ni siquiera les desmotivaría el ambiente desolador de la velada. Así funcionan los auténticos profesionales, los que ejecutan su labor sin atender a factores ambientales ni demás excusas estériles.


Lo único malo que destacaríamos de su bolo es que fue demasiado corto. Un hecho que sorprendió hasta al propio gerente del garito, Adrián, que no se cortó en exclamar: “¿Eso es todo? ¡Pero si han tocado treinta minutos!”. Y el promotor, o algún representante de ellos, corrigió enseguida: “Cuarenta”. Pues sí, eso fue todo, amigos. Esperamos un rato por si se les ocurría cambiar de idea, pero nada. Ya andaban en modo descanso.

A pesar de esa escasa duración en la que no te podías permitir ni perder un minuto, salimos de allí con la sensación de haber disfrutado de algo exquisito de verdad, un placer para pocos, para esos elegidos que se informan antes de ir a los conciertos y no dudan en dar una oportunidad a bandas que solo las conocen en su casa. Hay que jugársela de vez en cuando, esa debería ser una de las grandes enseñanzas vitales. Esa noche solo se podía ganar.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA





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