Kafe Antzokia, Bilbao
Hay canciones en las que llega un momento en el que se
convierten en más grandes incluso que su propio autor. Superan la leyenda o
dejan atrás el estatus de culto para formar parte de lo popular, de todo
aquello que debería conocer cualquiera
que no haya pasado las últimas décadas recluido en una cueva. Y si a ese
fenómeno le unimos que justo en ese momento se estrene una película que
propulse todavía más la fama ganada, la estrella en cuestión se transforma
durante cierto tiempo en la comidilla imprescindible en toda conversación hasta
el punto de que resulta un ultraje no saber absolutamente nada del asunto, como
sucedió con la tan cacareada ‘Bohemian Rhapsody’.
Elton John tocó sin duda la inmortalidad con aquella
recordada escena de ‘Casi Famosos’ en la que un autobús entero de músicos,
alguna groupie o el chaval protagonista cantan emocionados ‘Tiny Dancer’ y esa
estampa entra de lleno por derecho propio en la historia del cine. Una gesta
que propicia que el artista sea descubierto por un público mucho más joven que
seguramente no tenga nada que ver con el que lo escuchaba originalmente en los
setenta. La demolición de la brecha generacional.
Era cuestión de tiempo que el laureado ciclo Izar & Star
fijara la vista en el coloso Elton John, y más todavía cuando hace no mucho que
se estrenó la película sobre su vida. Una circunstancia que además aprovecharon
para presentar el homenaje en plenas fiestas bilbaínas, dotando a la cita de un
mayor carácter especial, si cabe.
Los locales Yo,
Gerard fueron los encargados de recrear un catálogo de canciones tan
poderoso que hasta asusta y, como viene siendo tradición, tampoco lo hicieron
solos, sino ayudados por un considerable elenco de invitados en el que
destacaban el provocador Deu de WAS o el prodigioso chorro de voz de Inés de
Mississippi Queen & The Wet Dogs, entre otros. Pasemos a detallar el menú.
Yo, Gerard acompañados de coristas. |
Con chaqueta de lentejuelas, boa de plumas y gafas de
corazones para meterse de lleno en el papel, así afrontó la banda protagonista
ese autoafirmativo “I’m Still Standing” que sirvió para que Elton proclamara a
los cuatro vientos a principios de los ochenta que no estaba muerto ni mucho
menos. Un “Sacrifice” más meloso valió para confirmar que el vocalista
principal en cuanto a tonos no estaba demasiado lejos del homenajeado. Muy
digno, sí señor.
Y luego contaron con una colaboración femenina para el
recordado “Don’t Go Breaking My Heart”, muy bien llevada, aunque más basada en
la versión de los setenta que en aquella abominación que hicieron en los
noventa junto al transformista RuPaul. Todo un contraste que saliera entonces
Deu de WAS para calentar un poco al personal soltando a la concurrencia un
campechano “¿Qué hacéis?” antes de
marcarse un soberbio “Crocodile Rock” muy afectado, con arrebatos de locaza y
sin obviar los inolvidables falsetes del estribillo. Enorme.
Deu de WAS provcando al personal...y bordando "Crocodile Rock". |
El vocalista Goiko de Señores, más limitado de voz y
carisma, se encargó del celebérrimo “Tiny Dancer”, que también condujo a buen
puerto. Turno entonces de Yo, Gerard para reivindicarse y asegurar que lo de la
velada era un triple homenaje, a saber, al padre del cantante por ponerle temas
de Elton John, al propio artista, y a ellos mismos, por supuesto. Hecha la
aclaración, se animaron con un corte noventero como “The One”, cuya adaptación
en castellano se tornó tremendamente pastelosa, casi como si fuera Alejandro
Sanz o Sergio Dalma. Para gustos, colores.
Un rayo de luz iluminó el recinto cuando irrumpió la
cantautora Lorelei Green, muy estilosa y ataviada con sombrero, “lo más bonito que vais a ver hoy”,
según el vocalista de Yo, Gerard. Y lo cierto es que se curró mucho “Goodbye
Yellow Big Road”, temazo inolvidable de uno de los mejores discos de Elton y que
no es precisamente fácil de hacer con convicción. Lo mismo podríamos aplicar a
la sentida “Candle In The Wind”, que bordaron a dos voces, y ya en el terreno
de las preferencias personales englobaríamos la elección de “Nikita”, que a
nosotros se nos hizo larga, pero fijo que a otros les encanta.
La estilosa cantautora Lorelei Green. |
Cuatro coristas con gafas de corazón y boas de plumas
animaron el cotarro para otra imprescindible, “Rocket Man”, antes de que
brillaran en una angelical “Sorry Seems To Be The Hardest Word”. Había
invitados a los que el tema escogido les venía como anillo al dedo, caso de
Iñigo de Quaoar, que elevó el pabellón como pocos con ese soberbio “Pinball
Wizard” de The Who que aparecía en la ópera rock ‘Tommy’ y en cuya película
intervino el propio Elton John en un recordado número musical.
Eso sí, no necesitaron ayuda externa para otra magistral,
“Your Song”, quizás el mayor himno del compositor británico. Y nosotros
habríamos prescindido por completo del “Circle of Life” de ‘El Rey León’, que
para más inri hicieron en castellano, pero bueno, para otra gente significaría
algo especial, como dijeron por ahí.
Inés de Mississippi Queen & The Wet Dogs junto a otros invitados. |
Los bises eran inevitables, por lo que regresaron con un
“Don’t Let The Sun Go Down On Me” que les pegaba por su rollo intimista. El
broche final lo puso Inés de Mississippi Queen & The Wet Dogs, que cantó
“Saturday Night’s Alright (For Fighting)” como si fuera Tina Turner y luego se
le sumaron varios invitados. Esto sí que era un planazo para un finde.
Nunca está de más homenajear a un genio del calibre de Elton
John, un tipo ante el que se arrodilló el mismísimo John Lennon, un gesto que
da buena cuenta del entusiasmo que generaban sus discos durante la década de
los setenta. Luego se comercializaría hasta límites indecentes durante los
ochenta y noventa, pero quedaría todavía el recuerdo de las grandes canciones
que escribió junto a Bernie Taupin. Que no se olviden nunca.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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