Kafe Antzokia, Bilbao
Debería merecer más de un debate lo de la conveniencia o no
de las cuotas, saber si realmente estas medidas benefician a alguien, o por el
contrario, crean un falso victimismo que en nada beneficia a la cultura del
puro esfuerzo, la manera más efectiva para lograr que a uno le tomen en serio,
sea hombre, mujer o venusiano. Porque lo que de verdad tiene mérito es
atreverse a jugar la partida, a sabiendas de que las reglas son injustas, benefician
sin disimulo al contrincante, y además las cartas están marcadas. Pero es
entonces cuando solo cabe erigirse victoriosa entre la multitud y dejar los
prejuicios a la altura del betún. Que se metan el paternalismo por donde les
quepa.
Esta actitud parece encarnar como pocas Micky Paiano, con
una trayectoria ya considerable en el mundillo de la música que inició a
finales del pasado siglo y que a día de hoy continúa con los punkarras Shöck y
el combo de rockabilly Micky & The Buzz. Es probable también que muchos la
recuerden por encabezar No Relax junto a Joxemi de Ska-P, con ese grupo precisamente
un servidor la vio por primera vez hace unos añitos en la sala Rock Star de
Barakaldo, en un festival solidario por el Sáhara, si mal no recordamos. Por aquel
entonces ya nos epató su dominio del escenario, una habilidad que sigue
revalidando noche tras noche en cada bolo.
Por los motivos arriba descritos, no dudamos en acercarnos
hasta una nueva sesión del ciclo Izar & Star, dedicado en esta ocasión a
los Stray Cats, que en pocos días precisamente encabezarán la primera jornada
del festival Azkena en Vitoria. Que había ganas por disfrutar del espectáculo
se palpaba en un piso superior del Antzoki repleto de peña tan entusiasmada que
soltaba hasta irrintzis. Era una de
esas ocasiones de alto copete para el rockerío local. Y ahí había que estar.
Por motivos laborales, nos perdimos al primer oficiante J.J.
Espizua, pero para cuando llegamos ya andaba el personal a punta de caramelo
con Micky & The Buzz, que fueron directamente al grano con
un repertorio especial centrado en la vertiente más rhythm & blues de Stray
Cats. De esta forma, adaptaron en formato instrumental “Runaway Boys” y el
celebérrimo “Rock This Town”, que ejerció a modo de intro para que la
temperatura se incrementara en el garito y la carismática vocalista se
presentara como una auténtica estrella.
Con gestos elegantes a lo Rita Hayworth, sacando voz cascada
a lo Wanda Jackson y ofreciendo el micro a los fieles cada dos por tres, Micky
no tardó en conectar con la motivada parroquia, que se deshacía en elogios
hacia ella. Y es que en este caso los galones van por delante, desde el primer
minuto se nota su absoluto dominio del lenguaje escénico, da igual incluso que
haya que tocar una balada, un cortarollos por excelencia que transformó en una “oportunidad” que había que “aprovechar”. Como una grande.
La voceras demostró su espectacular rango vocal casi en cada
pieza, pero sin recrearse en ello, y no tuvo reparo en bajar al ruedo para
mezclarse con la multitud y hasta bailar con una chica rockabilly de flor en el
pelo. Y esa misma joven volvió luego a acaparar la atención cuando Micky la
subió a escena acompañada de otra señora para convertirse en improvisada
bailarina y corista. El público como cantera inagotable.
Micky con dos bailarinas del público. |
Pero el momento álgido de la noche se alcanzó con el “Jeanie,
Jeanie, Jeanie” de Eddie Cochran y luego con un “Rock This Town”, ya con voz, reconocido
al instante por la afición y con la chica de la flor volviéndose loca. El
estribillo sufrió una ligera mutación con la incorporación del nombre de la
capital vizcaína, que encendió todavía más los ánimos, si cabe. Y con un gusto
tremendo se despidieron mientras empezaban a arreciar los aplausos y la
petición de bises.
Dado el formato limitado de tiempo de la velada, no estaba
claro si sería posible prolongar la actuación, pero al final retornaron con las
pintas hawaianas que les catamos al principio y dos piezas ya repetidas, el “Wild
Saxophone” de Roy Montrell y un “Look At That Cadillac” que valió para paliar
un poco las ansias del respetable. “¿Qué
queréis de nosotros?”, preguntaba Micky a la infatigable concurrencia,
consciente de que tal vez no había demasiado margen de maniobra. Ya si encima
se hubieran arrancado con un concierto al uso, aquello habría sido grandioso.
Muy corto se hizo este recital temático que ya podrían
repetir en alguna otra ocasión y que confirmó a Micky como una de las grandes
vocalistas de la escena, pues posee todo lo necesario para epatar, un
prodigioso rango vocal, actitud macarra cuando se necesita y modales de
señorita de los años 50 cuando lo que se requiere es cierta elegancia. Cosas
que no se compran ni se pueden fingir. Una simetría felina al milímetro.
TEXTO Y FOTOS:
ALFREDO VILLAESCUSA
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