viernes, 14 de junio de 2019

RAT-ZINGER + DESORDEN: VERMÚ INFERNAL PARA HIJOS DE PERRA


Sala Mytho, Bilbao

En la vida de cualquier persona decente no existen muchas razones para levantarse de la cama un domingo al mediodía. Ya dijo Bunbury hace unos añitos que hacerlo antes de la una de la tarde es incluso un gesto de mala educación. Sea cierto o no, lo que queda claro es que nadie debería ponerse en pie en un momento tan intempestivo sin un motivo verdadero de peso. Que ese esfuerzo sobrehumano se vea recompensado con algo que justifique tamaña gesta.

Habíamos perdido ya la práctica de lo que implicaba volver de fiesta y pocas horas después ir a un concierto. Podría decirse que hubo una conjunción de los astros en diversos aspectos. Un cartel potente de esos de volarte hasta la peluca, por mucha resaca que uno tenga, y un ambientazo que hacía aquello parecer más un sábado por la noche. La cantidad de conocidos por metro cuadrado daba entender que era una de esas citas que muchos habían apuntado en el calendario tiempo ha.


Un lleno absoluto trastocó el habitual ajetreo dominical de la zona de Bolueta. A los visitantes del mercadillo que se monta por ahí, hubo que sumar una nutrida multitud que convirtió un lugar antaño inhóspito en un punto realmente concurrido y con un calor asfixiante digno del infierno. Bueno, nadie dijo que esto fuera a ser fácil. A sudar la gota gorda.

Quizás esto último fuera el causante de que la peña anduviera casi como las vacas al pasar el tren cuando abrieron el mañaneo canalla Desorden, con su espectacular vocalista quedándose una vez más con el respetable, a los que incluso retó diciendo: “Podéis subir y chuparnos”. Y por supuesto no dudó en hacer sangre con el predominio de veteranos en el garito: “La media de edad es de 45”. Un rapapolvo que no le impidió bajar luego para desparramar entre los fieles con tanta intensidad que casi derrapó por el ya entonces resbaladizo suelo.

Desorden retando al personal.
Con el batería imprimiendo carácter allá por el fondo, Iratxe demostró que es una grande de la escena hasta un domingo al mediodía, un puro torbellino de descontrol ante el que el paisanaje apenas se inmutaba, lo que había que ver. La temperatura hervidero es evidente que hizo mella en los ánimos y los que no se quedaron abajo echando el cigarro, permanecieron impávidos cual gatos de escayola. Un detalle que llamó la atención de la voceras, que no tiene pinta de callarse las cosas, y exigió “actitud” porque “luego la pedís”. Toda la razón. Su versión euskérica del “We Are All We Have” de The Casualties y el “Todo por nada” de M.C.D. certificaron que la energía descomunal donde no faltaba era encima del escenario. A contracorriente.

Y como si de repente hubieran colocado un reloj alarma de proporciones gigantescas, a la señal de Rat-Zinger la parroquia despertó casi al unísono. Y no era para menos con “Dios salve a Ronnie Biggs” y “Santa Calavera”, dos trallazos directos a la yugular para levantar a cualquiera del sitio, reconstituyentes de efecto inmediato. “Apártate” y “Uno de los nuestros” siguieron incrementando la atmósfera asfixiante del lugar, porque contemplar aquello como si fuera un concierto de flauta y violín no se aceptaba como opción. A dejarse las cervicales.


Como ya hemos dicho en anteriores crónicas, los bilbaínos se encuentran ahora en un estado de forma espectacular y si no están dando los mejores bolos de su trayectoria, poco les falta. Sin pausas ni zarandajas, pasan de “Tú serás nuestro dios” a “No habrá piedad para nadie” con un sonido apabullante al ritmo de la locomotora que marca a la batera Xabier del Val, esto sí que era desde luego un viaje al infierno.

“Dicen que soy” pilló a Fabi de Penadas por la Ley volando entre la muchedumbre, y antes de arremeter con “Golpeando al hombre muerto”, Podri dijo que “da igual nación, da igual país” en uno de los pocos instantes en los que se permitió abrir la boca. Qué gustazo disfrutar de bolos que van seguidos como el pasodoble, sin palabras vacías y sin aflojar ni un momento el pistón. El equivalente musical a un chupito de whisky, absenta o cualquier brebaje contundente.


Y en plena progresión ascendente, Podri preguntó: “¿Quién de vosotros va a cumplir condena?”. Quedaba claro que lo que tocaba era observar la “L.E.Y.” y luego fustigarse a los sones de “Amén”, previamente a emprender un viaje al mundo subterráneo y gritar “Larga vida al infierno”. “Ya sabéis que nosotros funcionamos bajo presión”, advirtió el voceras, pese a que para entonces ya había un fiestón tremendo en la sala, que casi iba unido al calor irrespirable. El que no se movía seguramente sería por efecto de esto último.

“Tu pasajero” por el tono siniestro y el mismo título ya evoca a Parálisis Permanente antes de entregarse a confesiones ya consabidas como “Soy un Kalashnikov”. Y otra pregunta esperada entre la congregación era lo de “¿Cuántos hijos de perra han venido hoy?”. Obviamente muchos, porque las entradas andaban agotadas. El ambiente propicio para afrontar el dilema existencial de “¿Tenéis Speed?” a toda leche, sin mirar atrás.


La recta final no defraudó lo más mínimo ni permitió ni un segundo el aburrimiento. Si algo se puede extraer del modo en que afrontan los bolos Rat- Zinger, es que deben estar compuestos de una pasta especial que les hace “Indestructibles”. De hormigón puro. La estirpe de los que quemaron a sus líderes.

“¡Arriba esas cacharras!”, arengó Podri a una tropa que parecía infatigable al desaliento. La munición preparada para descerrajar “9 mm” entre ceja y ceja a cualquier descerebrado que después de semejante bolazo piense que el punk o el rock n’ roll andan de capa caída o una monserga similar. Un magisterio inapelable.

Como decíamos al principio, mucha envergadura tiene que poseer un evento para sacarnos de la cama un domingo al mediodía. Pero este vermú infernal para hijos de perra reunía todas las características para ello, con un ambientazo impresionante y dos bandas dejándose la piel en las tablas como si se tratara de un sábado por la noche. Hemos comulgado por una buena temporada.

TEXTO Y FOTOS: ALFREDO VILLAESCUSA
                                                     


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